Se entiende como Trastorno específico del lenguaje todo inicio retrasado o enlentecido del lenguaje que no tenga relación con un déficit auditivo ni motor, con deficiencia mental, con lesiones cerebrales ni con privación socio-afectiva.
Es una limitación significativa en la capacidad del lenguaje que sufren algunos niños, a pesar de que los factores que suelen acompañar a esta limitación (pérdida auditiva, daño cerebral, baja inteligencia, déficit motores...) no sean evidentes en estos niños. Ni es debida esta limitación a otros factores socioambientales. Uno de los criterios más utilizados para identificar el TEL es el propuesto por Leonard. Estos criterios son los siguientes:
Son muchos los autores que han realizado una clasificación de este trastorno. Una de las interesantes es la de Rapin y Allen, que clasifican a los TEL de la siguiente forma:
Como se puede comprobar existen varios subtipos de TEL, dependiendo del componente lingüístico afectado. Por ello, es importante hacer una evaluación exhaustiva del lenguaje, tanto de la vertiente expresiva como comprensiva y a todos los niveles: fonología, semántica, pragmática y morfo-sintaxis.
Los síntomas que manifiestan los niños disfásicos pueden variar considerablemente de un tipo a otro (clasificación mencionada de Rapin y Allen). Algunos requerirán un tratamiento donde se haga más hincapié en la vertiente expresiva, otros necesitarán trabajar tanto la comprensión como la expresión y otros sujetos tendrán problemas, no tanto con la forma y contenido del lenguaje, sino con su uso (pragmática)...Aún así se pueden organizar dos grandes grupos, aquellos que poseen lenguaje oral de los que no lo tienen. Como en todas las patologías, será imprescindible realizar una evaluación exhaustiva antes de comenzar la rehabilitación.